«En busca del sentido»

El sentido de la vida es una de las cuestiones más profundas y universales que se plantea el ser humano, y que ha sido abordada desde diferentes disciplinas como la filosofía, la psicología, la sociología, la religión y la ética. ¿Qué nos motiva a vivir? ¿Qué nos hace felices? ¿Qué nos da esperanza? Estas son algunas de las preguntas que surgen cuando buscamos el sentido de nuestra existencia.

Una de las perspectivas más influyentes y reconocidas sobre este tema es la de Viktor Frankl, el fundador de la logoterapia. Frankl fue un psiquiatra y neurólogo austríaco que sobrevivió al Holocausto y que plasmó sus experiencias y reflexiones en su libro «El hombre en busca de sentido». Según Frankl, el sentido de la vida no es algo que se pueda encontrar o descubrir de forma pasiva, sino que se trata de una responsabilidad activa y personal de cada individuo. Cada uno debe crear su propio sentido en función de sus circunstancias, valores y proyectos. El sentido no es algo fijo o estático, sino que cambia a lo largo del tiempo y se adapta a las diferentes situaciones.

Frankl propone que el ser humano tiene una voluntad de sentido, es decir, una motivación primaria para encontrar un propósito o una razón para vivir. Esta voluntad de sentido se puede expresar de tres formas: a través de la creación (haciendo algo significativo), la experiencia (viviendo algo significativo) o la actitud (enfrentando algo significativo). El amor es la forma más alta de experiencia significativa, ya que implica salir de uno mismo y encontrarse con otro ser humano en una relación auténtica y profunda.

Sin embargo, muchas veces el sentido de la vida se ve frustrado o bloqueado por diversas causas, como las crisis existenciales, el vacío existencial, el sufrimiento o la muerte. En estos casos, Frankl sugiere que no hay que perder la esperanza ni caer en el nihilismo o el hedonismo, sino que hay que buscar un sentido trascendente o último que nos permita superar las dificultades y encontrar un motivo para seguir adelante. Este sentido trascendente puede estar relacionado con una dimensión espiritual o religiosa, pero también con una dimensión ética o humanista.

La búsqueda del sentido de la vida es un proceso dinámico y continuo que requiere de un compromiso personal y una actitud abierta y valiente. No hay una respuesta única ni definitiva al sentido de la vida, sino que cada uno debe encontrar la suya propia y asumir las consecuencias de sus elecciones. La búsqueda del sentido no es solo un desafío intelectual, sino también emocional y existencial. Es una aventura apasionante que nos puede ayudar a vivir con más plenitud y felicidad.

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